Protección de la Madre de Dios (llamada “Virgen de la escalera”)
Apenas quedan vestigios del monasterio románico al que perteneció esta pieza y que documentalmente sabemos sucedió a una previa fundación del siglo X. Desconocemos a qué parte de la edificación pertenecería esta suerte de fuste, quizás un pilar claustral o del templo. Tal vez un lugar donde monjas y fieles considerasen que el manto que posee se desplegaba también para su amparo.
La obra fue labrada con rigidez no exenta de encanto, patente en la dureza de las anatomías, linealidad de los pliegues o sumario dibujo de rostros y actitudes. En ella, María colma el espacio al modo de la habitual Theotokos (Madre de Dios) que sostiene en su frente al Niño. Como fruto y superación del pecado sujeta con su diestra una manzana. Dos ángeles extienden lo que parece un velo sobre su cabeza y hombros, mientras sus pies, calzados con escarpines, se afirman sobre tres diablos sometidos a su presencia.