
Adán y Eva
Proceden del retablo de la capilla funeraria fundada por Juan de Mella, obispo de Zamora (1440) y cardenal (1456), y pintado por Fernando Gallego, que la historiografía más reciente data entre 1475 y 1480, el más antiguo de sus retablos y obra cumbre de su primera etapa.
En él hay cuatro grisallas realizadas sobre un fondo neutro de plata matizada con almagra; dos de ellas muestran a Adán (derecha) y Eva (izquierda), los cuales están representados después de la tentación, caída y expulsión del jardín del Edén y cobijados por una tracería calada sobre una base cuyo frente contiene una larga filacteria sin inscripción. Aparecen desnudas, con anatomías un tanto esquemáticas, y los ceñidores de hojas de higuera entrelazadas. En su mano derecha mantienen el fruto del árbol prohibido, un higo, y en la izquierda el azadón en el caso de Adán y el huso en el de Eva, alusivos al deterioro posterior a la pérdida del Paraíso por el pecado, y que les afecta en sus actividades esenciales: a la mujer como madre y esposa y al hombre como trabajador.