
Calvario
A la muerte de su padre en 1593, Sebastián Ducete asume la dirección del taller heredando varias obras y un prolongado retraso, ello le lleva a formalizar una compañía con su tío Juan Ducete el Mozo para acelerar la entrega.
Entre las obras pendientes destacaba este Calvario. Resultado de esa asociación fue que Cristo y San Juan fueron tallados por Juan, y la Dolorosa lo fue por Sebastián.
La contemplación de las tres imágenes permite identificar los diferentes presupuestos estilísticos y juzgar su calidad. Mientras Juan insiste en lo más convencional de la escultura romanista, acentuando el envaramiento y deteniéndose en el detallismo de rasgos anatómicos o de adornos y pliegues, Sebastián es capaz de infundir alma a una figura de enorme dignidad monumental y plena de vida interior.