Bautismo de Cristo
Obra indiscutible de Pedro Berruguete se ignora cuando la pintó aunque debió de hacerlo poco después de volver de Italia, hacia 1485.
Representa el bautismo de Cristo de forma diferente a lo habitual en la pintura castellana de la época. Muestra a Cristo sin destacar en altura, arrodillado, con los ojos bajos y las manos juntas. Un perizonium casi transparente deja entrever sus piernas bajo el agua. El Bautista con la rodilla doblada, dibuja con su cuerpo un escorzo muy forzado; fuerza la posición del brazo para verter el agua con un jarro de dimensiones tales que llaman la atención. Asimismo es poco usual la forma de representar a Dios Padre, a la derecha evitando la simetría y dirigiéndose hacia la cabeza del Salvador, siguiendo la trayectoria de la paloma del Espíritu Santo.