San Gregorio Magno
A nadie escapa la importancia que para la liturgia adquirió el papa Gregorio con la reforma que se le atribuye, unificando además bajo el rito romano el modo de orar de la Iglesia latina. A semejante tarea parece estar encaminada la singular y poco frecuente iconografía del santo que lo figura con el cáliz sobremontado por la hostia, razón de su presencia en esta muestra. De hecho, la forma está muy elaborada y ornamentada, con diferentes cenefas. Bien claro y reconocible brilla en el epicentro el trigrama jesuano, circundado por un resplandor cubierto de pequeñas cruces. La elocuencia de la figuración inscrita sobre la hostia muestra la verdad divina que subyace bajo la apariencia de la especie. Creemos, además, que la presencia de este atributo es preciso imbricarla también con el conocido episodio de la Misa de San Gregorio, de gran predicamento y actualidad en el tercer cuarto del siglo XV, en el que se da un fin apologético de la presencia real de Cristo en los dones del altar tras la transubstanciación, entre otros.