Los cuatro evangelistas
En 1524 el arcediano de Triacastella, D. Andrés Pérez de Castilla decide costear un retablo para una capilla situada en la girola de la Catedral de León, con el fin de enterrarse en ese lugar, fue encargado a Juan de Valmaseda.
Considerado uno de los escultores que mejor y con más prontitud se adapta a las formas renacentistas en la escultura castellana del siglo XVI, Valmaseda representa a los cuatro evangelistas como escribientes y con sus clásicos atributos; el águila de San Juan, el toro de San Lucas, el ángel de San Mateo y el león de San Marcos. Sobresale entre ellos por su calidad y modelado la figura de San Juan mientras que la tosquedad de San Mateo ha llevado a dudar de su autoría, contemplando la posibilidad de su ejecución a manos del taller o de un discípulo.